jueves, 16 de junio de 2011

¿Qué es un absceso pélvico?

¿Qué es un absceso pélvico?
15 de junio de 2011 13:37
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Un absceso pélvico es una acumulación de pus en un órgano o cavidad del cuerpo ubicado en la región inferior del abdomen, que en el 99% de los casos se produce como consecuencia de una lesión en cualquiera de los órganos localizados en el área de la pelvis.
"Un absceso es simplemente una colección de pus en un órgano o cavidad del cuerpo y el área de la pelvis posee numerosos órganos y estructuras propensas a ser asiento de estas colecciones", explicó a la AFP el ex ministro de Salud venezolano José Félix Oletta.
"En 99% de los casos no es una enfermedad primaria, sino que detrás de ella siempre hay una enfermedad que le antecede y que puede ser una lesión en cualquiera de los órganos que se ubican en esa zona: el recto, la uretra, la vejiga, la próstata, el ano", entre otros, continuó este médico internista.
El absceso, entonces, se produce a partir de una lesión en un órgano que permite que agentes patógenos pasen a regiones vecinas y se acumulen formando pus.
"La mayoría de los abscesos se desarrollan relativamente rápido y si no se vacían pueden producir males mayores", explicó Oletta, agregando que el drenaje es el tratamiento usual, que permite además la toma de muestras de cultivo del pus para identificar los microbios presentes en él y administrar posteriormente los antibióticos indicados por vía intravenosa.
Según el ex ministro, la recuperación tras el drenaje de un absceso dependerá de la gravedad de la lesión que lo originó y del órgano inicialmente afectado. Este proceso puede variar tanto como los síntomas de esta afectación, que suelen ser genéricos --fiebre, escalofríos, falta de apetito, distensión--, y que cambian de paciente en paciente.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, fue operado de urgencia de un absceso pélvico en Cuba el 10 de junio y se encuentra en recuperación en La Habana.

domingo, 12 de junio de 2011

Su "gran transformación" crea pánico

¿Por qué el capital huye del Perú de Ollanta Humala?

Pánico bursátil tras la victoria de Humala en Perú. Su nueva "economía nacional de mercado" es muy similar a la de Chávez en Venezuela.

2011-06-07
M. Llamas
La reacción del mercado a la elección de Humala como nuevo presidente de Perú se resume en una palabra: pánico. La Bolsa de Valores de Lima registró el lunes un desplome del 12,45%, la mayor caída en lo que va del año. La Bolsa de Lima finalizó la sesión dos horas y media antes del cierre dada la sangría bursátil. Desde que Humala fue uno de los candidatos elegidos para disputar la segunda vuelta electoral hasta la fecha, la plaza limeña ha registrado una pérdida acumulada del 12,52%, centrada sobre todo en el sector energético y minero, principal motor económico del país.
Todo ello es señal inequívoca del pánico que viven los inversores y de la gran incertidumbre que sufre el mercado a la espera de que el nuevo presidente empiece a implementar su modelo económico y desvele la elección de su ministro de Economía.
El miedo se explica al observar el programa electoral del nacionalista Humala, precursor de lo que se ha venido en denominar etno-cacerismo o etno-comunismo, ya que guarda sorprendentes similitudes con la ideología política que profesan otros líderes latinoamericanos, tales como Hugo Chávez en Venezuela o Evo Morales en Bolivia.
El título de su proyecto original, el programa íntegro con el que se presentó a las elecciones, lo dice prácticamente todo: "La Gran Transformación". El texto, de casi 200 páginas, fue publicado el pasado diciembre y sus tres líneas básicas son: una feroz crítica al modelo económico vigente en Perú en los últimos años -basado en la exportación, la apertura económica y la privatización de activos públicos-; el crecimiento del Estado tanto en el ámbito económico como social; y, sobre todo, la nacionalización de recursos y el control estatal de "sectores estratégicos" como, por ejemplo, el de la energía y la minería.
Perú ha vivido un período de intenso crecimiento y desarrollo económico en los últimos lustros gracias a una política favorable al mercado y, por tanto, a la inversión del capital extranjero en el país. Pero, según su programa original, Humala pretende ahora "transformar" radicalmente este modelo enfocado hacia las exportaciones.
Demonización del "neoliberalismo"
La filosofía política de Humala no deja lugar a dudas:
Somos parte de un gran movimiento de cambio contra el neoliberalismo excluyente que hoy recorre América Latina [...] Es, por lo tanto, un programa político de cambio radical de un modelo neoliberal que acentúa la desigualdad social, depreda los recursos naturales, violenta la legalidad y la democracia, y no genera desarrollo.
Las críticas al "neoliberalismo" son constantes a lo largo del texto.
El modelo neoliberal reproduce la desigualdad, la desarticulación y el subdesarrollo [...] menoscabó la soberanía y la capacidad integradora del Estado [...] ha hecho nuestra economía más dependiente de los capitales y del mercado internacional [...] le restó decencia al empleo e hizo precarios sus ingresos [...] redujo la autoridad del Estado y debilitó a la nación [...] Y es el sistema que, haciéndonos más pobres, no solo económica sino también política y culturalmente, nos insertó a la economía y finanza internacionales con un rol dependiente y sumiso.
Y tras culpar al mercado de la crisis financiera internacional que estalló en 2007, su proyecto concluye lo siguiente:
Es el Estado y no el mercado, lo público y no lo privado, quien en esta crisis concita las esperanzas de todos. Ha sido la intervención pública definida por todos los políticos que creen en la democracia la que ha ayudado a establecer el sistema económico en el que vivimos.
"Nacionalismo" económico
Sobre esta condena explícita del neoliberalismo, Humala construye su particular propuesta económica: más Estado (aumento de servicios sociales a todos los niveles y sustancial incremento de impuestos para financiarlos) y menos mercado (recuperar el control estatal de los "sectores estratégicos", es decir, los motores económicos del país).
Este último punto, la clara amenaza de nacionalizar la industria minera, gasista, petrolífera y eléctrica es, precisamente, lo que ha causado el pánico entre los inversores. Y es que, el proyecto concreto de Humala, denominado "economía nacional de mercado", si bien no elimina la propiedad privada, aboga por la nacionalización de numerosos activos y el sometimiento total de ésta al poder estatal:
Recuperar nuestros recursos naturales como el agua y la tierra, los bosques y la biodiversidad, el gas y los minerales para que contribuyan a la eliminación de la pobreza y desigualdad que afectan a millones de peruanos. Su explotación, aprovechada generalmente por minorías económicas extranjeras, no puede continuar.
"Nacionalización de actividades estratégicas"
De este modo, tal y como reza un extenso capítulo de su programa, Humala pretende "nacionalizar actividades estratégicas". En concreto, propone:
Recuperar la soberanía sobre los recursos naturales. Es necesario [...] devolver al Estado la libre disponibilidad de sus recursos en beneficio de todos los peruanos, construyendo la infraestructura correspondiente a este fin y fortaleciendo a las empresas estratégicas del Estado para que sean eficientes y competitivas [...]
La energía eléctrica, los hidrocarburos, el gas, los servicios esenciales, el agua y saneamiento, el espacio aerocomercial y los puertos serán actividades estratégicas puestas al servicio del desarrollo de la nación [...]
El objetivo es que todas estas actividades sean desempeñadas por empresas públicas y semipúblicas, o bien privadas pero bajo estrictas condiciones a nivel fiscal (más impuestos) y regulatorio, lo cual desincentivaría la inversión extranjera.
Consagraremos la participación empresarial del Estado en el sector energético y supeditaremos la libre disponibilidad de los recursos energéticos a los intereses nacionales. [...] Se revisarán y se renegociarán los términos de los contratos de explotación y exploración petrolera ofrecidos por Petroperú a los inversionistas [...] nuevo régimen de contratación en la explotación y exploración de los hidrocarburos, por el cual el Estado, a través de la empresa Petroperú, contrata los servicios asociados de empresas privadas, las que reciben una retribución por los servicios prestados, lo que permite recuperar para la nación la propiedad del recurso sin necesidad de estatizar las empresas [...]
Nueva Constitución
Humala pretende llevar a cabo todos estos cambios estructurales mediante una "nueva Constitución", siguiendo nuevamente el modelo de Chávez y Morales.
El Estado debe recuperar su papel promotor del desarrollo, regulador de la economía de mercado y proveedor de servicios sociales básicos (educación, salud, justicia, seguridad social, agua), con políticas públicas que tengan alcance universal. Todo esto supone un nuevo contrato social, es decir, una nueva Constitución.
¿Chávez o Lula?
Tras la presentación de este programa, algunos analistas destacaron que Humala rebajó sus pretensiones durante la carrera presidencial mediante la elaboración de un nuevo proyecto. Este texto, a diferencia del primero, tan sólo cuenta con ocho hojas, y apenas constituye una versión escueta y resumida de su proyecto original. Es decir, Humala, en realidad, mantiene su ideario, tal y como atestigua el desplome bursátil que generó su victoria electoral.
Sin embargo, Perú cuenta con una ventaja inicial para frenar el programa económico del nacionalista peruano, su debilidad política. Humala ganó por la mínima la Presidencia a su contrincante Keiko Fujimori, pero la clave radica en las elecciones legislativas: su partido (Alianza Gana Perú) no tiene mayoría absoluta en el Congreso (47 diputados de un total de 130) y, por lo tanto, precisará del apoyo político de otras formaciones más centristas (como el de Alejandro Toledo, con 21 diputados) para poder gobernar.
De este modo, su debilidad política y la presión exterior podrían suavizar su programa de máximos, manteniendo en pie el actual modelo económico, dando como resultado un esquema similar al desarrollado por Lula da Silva en Brasil. El tiempo lo dirá. Aún así, más allá del caso concreto del Perú, lo cierto es que la izquierda sigue ganando terreno en América Latina (6 presidentes de derecha frente a 13 de izquierda).

viernes, 10 de junio de 2011

El origen de la riqueza y la permanencia de la pobreza

El origen de la riqueza y la permanencia de la pobreza

Por Fernando Serra
Cortesía de La Ilustración Liberal.

Es sorprendente y escandaloso, se suele afirmar, que ya dentro del siglo XXI una gran parte de la población mundial viva en condiciones de pobreza, es decir, que muchos seres humanos no tengan acceso a los bienes básicos que aseguren su subsistencia: alimentos, vestidos y vivienda. Aunque existen diferentes criterios, siempre relativos, a la hora de definir la pobreza, las cifras que se suelen manejar son realmente demoledoras.

El último informe del Banco Mundial calcula que casi 1.200 millones de personas viven actualmente con una renta máxima de un dólar diario, lo que supone que cerca de la cuarta parte de la humanidad se encuentra en una situación de extrema pobreza, sin poder cubrir siquiera sus necesidades nutritivas. El mismo informe estima que, si pobreza es "tener hambre, carecer de cobijo y ropa, estar enfermo y no ser atendido, y ser iletrado y no recibir formación", el 46 por ciento de la población mundial padecería estas condiciones ya que 2.800 millones de personas viven con menos de dos dólares diarios. Dos recientes estudios, el informe anual de la FAO y otro elaborado por la ONG Acción contra el Hambre, calculan que unos 800 millones de personas sufren desnutrición, lo que representaría el 13 por ciento de la población mundial.

En cualquier caso, las cifras son sin duda escandalosas, pero no deberían producir sorpresa si se analizan desde otro punto de vista. Se tendría que abandonar la posición en que nos encontramos los habitantes de los países ricos y contemplar, a vista de pájaro, la historia del hombre por alcanzar una renta suficiente que le asegure no morir de hambre o de frío. Entonces lo sorprendente, o al menos lo excepcional y novedoso, es que la mayoría de la población mundial lo haya conseguido en una plazo de tiempo relativamente corto.

En efecto, desde que el hombre apareció en su forma actual, hará medio millón de años, prácticamente todo su esfuerzo y su tiempo lo ha dedicado a procurarse alimentos, vestidos y un refugio donde vivir, y sólo muy recientemente, hace apenas cien o doscientos años, y en pocos países al principio, una parte de la población empezó a salir al fin de la extrema pobreza y miseria en la que el hombre ha vivido durante 5.000 siglos.

La novedad no es por tanto que exista ahora pobreza -que todavía perdure, habría que decir mejor-, sino que la mayoría de los habitantes del planeta dediquen hoy una parte de sus ingresos a alimentarse, a vestirse y a tener acceso a una vivienda digna, y que puedan luego disponer de unos recursos restantes para gastar en bienes y servicios de uso exclusivamente humanos, como ocio, cultura o viajes. Excluyendo a una minoría insignificante de privilegiados que siempre ha existido, la gran conquista de la historia económica del hombre es que la riqueza así entendida haya alcanzado en muy poco tiempo a la mayoría de la población mundial.

En este largo recorrido se han producido dos acontecimientos decisivos. El primero fue la Revolución del Neolítico, cuando hace unos 10.000 años el hombre aprendió a cultivar la tierra y a domesticar los animales, pasando de ser recolector y cazador a agricultor y ganadero. Se dio entonces un paso gigantesco hacia el objetivo de producir los alimentos y los otros bienes que aseguraran la subsistencia. La productividad del trabajo de las nuevas sociedades agrarias creció espectacularmente, se crearon las primeras concentraciones urbanas y la población mundial aumentó significativamente.

Pero, a pesar de este avance, el conjunto de la sociedad, salvo contadísimas excepciones, siguió viviendo por debajo del nivel de subsistencia. El indicador que mejor resume esta situación es la escasa esperanza de vida que el hombre ha padecido durante el 98 por ciento de su historia. Carlo M. Cipolla asegura que en todas las sociedades agrícolas que han existido durante los últimos 12.000 o 10.000 años, los índices de mortalidad llegaban en ocasiones al 300 e incluso al 500 por mil y estos períodos no solían coincidir con guerras, sino con epidemias y plagas. En tiempos normales, de cada 1.000 niños nacidos, solían morir de 200 a 400 antes de transcurrido un año y otros muchos fallecían antes de los siete años. La esperanza de vida al nacer presentaba un promedio de entre 20 y 35 años, y pocos de los que llegaban a cumplir los cinco años tenían muchas probabilidades de sobrepasar los 50. Sólo gracias a que las tasas de natalidad eran también elevadísimas, la población mundial pudo pasar de los cinco o diez millones de habitantes que había en vísperas de la revolución agrícola, a los 700 millones estimados de 1750, cuando comienza la industrialización.

Esta miseria crónica de la humanidad empieza a desaparecer con la llegada del segundo gran acontecimiento de la historia económica del hombre, la Revolución Industrial. La libertad de comercio, de inversión y de contratación, el capitalismo, en una palabra, ha creado en dos siglos muchísima más riqueza que en todo el resto de la historia humana y esta riqueza ha alcanzado a la mayoría de la población mundial. Si a principios del siglo XIX había unos 100 millones de personas que vivían dignamente (el 10 por ciento de la población mundial, que ya es mucho suponer), actualmente entre 3.000 y 4.000 millones tienen cubiertas todas sus necesidades básicas.

Es más, el plazo de tiempo en que una determinada sociedad o nación ha conseguido pasar de la extrema pobreza a disfrutar de una renta suficiente suele ser mucho más reducido que los dos siglos de historia total del capitalismo. La famosa hambruna que Irlanda sufrió en el siglo XIX redujo su población casi la mitad y hace cincuenta años era todavía tan pobre como hoy es un país africano, pero tiene ahora una renta per capita superior a la de Alemania. España era hasta los años sesenta una sociedad más agraria que industrial en razón de la población ocupada en estos sectores, y la gran mayoría de sus habitantes gastaba toda su renta en alimentación, vestidos y vivienda, lo que quiere decir que estaban cerca o no llegaban al límite de la subsistencia. Hoy en día, dedican a estas partidas apenas el 50 por ciento de sus recursos (el 21 por ciento a la alimentación, según la Encuesta de Presupuesto Familiar del INE) y, cubiertas estas necesidades ineludibles, son libres a la hora de gastar el resto.

En este sentido, la economía de mercado ha sido la única capaz de liberar al hombre de la esclavitud que representa la lucha permanente por la supervivencia, una situación que se produce todavía en muchas zonas del planeta, pero que, y esto es lo que se suele olvidar, estaba totalmente extendida hace 200 años. El camino hacia la libertad tiene seguramente un recorrido infinito, pero no existe ninguna duda de que el primer paso es liberarse de la miseria, ya que el mayor sometimiento es el que imponen las necesidades materiales más primarias.

Desde este punto de vista, es sorprendente que el sistema económico que esto ha conseguido haya sido el más atacado durante los últimos cien años. Según opinión, muy compartida, de Norberto Bobbio, el carácter distintivo de la izquierda es el igualitarismo y la mejora de las clases más desfavorecidas, y se da por supuesto que la libertad económica es la principal traba para alcanzar estos loables objetivos. Por ello, toda ideología izquierdista tiene un hondo sentimiento anticapitalista y se mueve entre un disimulado recelo por la libre competencia y un radical rechazo de este sistema. Después del estrepitoso fracaso del socialismo real, la izquierda sigue afirmando que el marxismo es una buena teoría que ha sido mal aplicada y se niega a reconocer que el grado de miseria y de muerte conseguido por los enemigos de la libertad económica es la inevitable consecuencia de su propia aberración teórica. En realidad, lo que mejor confirma la preocupación de los marxistas por la pobreza es que nadie ha conseguido aumentarla tanto como ellos.

Su primer dogma fue que el desarrollo capitalista traería un inevitable empobrecimiento de los trabajadores, es decir, haría más ricos a los ricos y "todavía" más pobres a los pobres, pero cuando la realidad ha terminando refutando esta predicción, se insiste en nuevos disparates que todavía siguen teniendo gran aceptación. Se asegura que el crecimiento económico capitalista conlleva un aumento de las desigualdades entre las rentas dentro de un país, y cuando también los hechos desmienten esta afirmación, se incide en que la pobreza del Tercer Mundo es consecuencia de la riqueza que disfrutan otros países. Como los despropósitos suelen ir encadenados, el más reciente, que a buen seguro no será el último, es que la llamada globalización favorece a los países desarrollados y perjudica a los pobres.

Vayamos por partes. Si fuera verdad, como la izquierda afirma desde hace siglo y medio, que las diferencias aumentan a la par que el desarrollo económico, la brecha tendría que ser ahora abismal, casi infinita, algo que no confirma la visión más superficial. La realidad es precisamente la contraria y otra observación de sentido común bastaría para demostrarlo. En cualquier época anterior, en el siglo XVII o en la Edad Media, por ejemplo, sí que había una diferencia infinita entre las rentas patrimoniales, casi nunca de trabajo, que disfrutaban unos pocos y los ingresos "negativos" del resto, que no alcanzaban ni siquiera el nivel de subsistencia. Era en realidad la diferencia entre la vida opulenta y la condena a muerte.

No serían necesarios análisis más profundos para confirmar esta obviedad, pero existen numerosos estudios. Se trata de saber si el desarrollo económico mejora la distribución de las rentas personales, si se produce, dicho con otras palabras, una convergencia real dentro de un determinado país, o si, por el contrario, la desigualdad es mayor aunque los pobres lo sean cada vez menos, ya que los ricos mejoran su situación en mucha mayor proporción y rapidez.

A la hora de abordar este tema es necesario aclarar algunas cuestiones metodológicas que suelen desvirtuar las conclusiones, tanto si se analizan las desigualdades individuales dentro de un país, como si se hace entre regiones o países. La primera es que los estudios comparan las rentas personales, la renta per capita, que los individuos obtienen en un año determinado, y se analizan posteriormente las tendencias. El análisis sería mucho más preciso si se comparara la distribución de las rentas que reciben los individuos a lo largo de toda su vida o, al menos, las ganancias acumuladas cuando cumplen edades similares.

Tal vez, la aplicación de este método no modificaría mucho lo que hoy sabemos sobre cómo se distribuía la riqueza en las sociedades precapitalistas, donde los ricos nacían ricos y los pobres estaban condenados de por vida, transmitiéndose además estas inmutables condiciones en sucesivas generaciones. Pero la economía de mercado genera una gran movilidad social y muchos de los que un año constituyen el segmento de población que una estadística reconoce como pobres (inmigrantes recientes, parados de larga duración, jóvenes, etc.), dejarán de serlo años después.

Otra cuestión metodológica que ensombrece algunos análisis relativos a las desigualdades entre países o regiones del mundo es que, como en el citado estudio del Banco Mundial, las rentas se calculen en dólares constantes y no en paridad de poder adquisitivo (PPA), que expresa mejor el nivel de vida real. No existirían entonces las distorsiones que acarrean los tipos de cambio de las diferentes monedas y, sobre todo, el nivel de precios de los bienes y servicios. Sin hacer esta corrección, una persona que gana cuatro dólares al día (unos 1.500 dólares de renta anual) no es considerada pobre por el Banco Mundial, y tal vez no lo sea en Nicaragua o en Sierra Leona, pero seguro que lo es en EE UU, donde la renta per capita media es superior a 30.000 dólares. Este criterio puede producir también distorsiones en sentido contrario.

El ejemplo más claro de que el concepto de pobreza puede ser muy relativo lo ofrece la definición que sobre él hacen algunos estudios, como el patrocinado por Cáritas. Se define la pobreza como una situación en la que la renta obtenida no supera la mitad de la renta media nacional, llegándose entonces a la disparatada conclusión de que en España hay unos 8,5 millones de pobres, ya que es ésta la cantidad de personas que ganan menos de 1,2 millones de pesetas al año, sin tener en cuenta sus condiciones personales o familiares. Pero el mayor dislate de este tipo de estudios es que si, por ejemplo, la renta real (poder adquisitivo) de todos los habitantes crece por igual, supongamos que de forma significativa, no habiendo por tanto cambios en la distribución de la riqueza, seguirá habiendo el mismo número de pobres, pues el listón de referencia, la renta media, se mantendrá igual de alejada para el segmento más desfavorecido.

También las conclusiones pueden quedar empañadas si sólo se utilizan criterios puramente económicos, la renta per capita fundamentalmente, sin tener una visión multidimensional del desarrollo. El premio Nobel Amartya Sen no sólo denuncia esta limitación, sino que demuestra que otras dimensiones, como la libertad, la democracia o la educación, pueden ser causas, más que efectos, de la mejora económica. Además de su famosa constatación de que en ningún país libre y democrático se ha producido una hambruna, sus tesis permiten comprobar que, por ejemplo, Sri Lanka, con la mitad de renta per capita que Brasil, tiene una tasa de alfabetización más alta que éste y, como una mayor educación reduce la expansión demográfica, la economía del país asiático mejora más rápidamente y supera a Brasil en esperanza de vida y en mortalidad infantil.

Otra dificultad es no disponer de una información estadística con series históricas suficientemente dilatadas y homogéneas para constatar que efectivamente se produce una convergencia de las rentas internas a la par que el desarrollo. Es éste un tema clave, ya que en periodos más cortos se pueden producir divergencias de rentas que suelen coincidir con fases recesivas. Existe polémica sobre si en una primera etapa del desarrollo capitalista se abrió el abanico de ingresos, y si esto sucede también en sectores nuevos con una fuerte y rápida expansión, como el que ahora vive el de las nuevas tecnologías. Pero ya pocos economistas ponen en duda que a largo plazo el desarrollo capitalista conlleva una disminución de las desigualdades.

Otro premio Nobel, Robert Lucas, ha dibujado un escenario histórico del capitalismo cuyos grandes trazos son los siguientes: en un primer momento, los pocos países que iniciaron la revolución industrial crecieron muy rápidamente y las desigualdades aumentaron; posteriormente, a medida que más países se integraron en el grupo de cabeza, el crecimiento se ralentizó y se empezó a producir una cierta convergencia, tanto interna como entre las naciones; por último, la economía global de las regiones desarrolladas ha vuelto a acelerarse, mientras la convergencia ha avanzado en sus dos vertientes. Para zanjar este tema, bastará con citar un exhaustivo informe realizado por UNCTAD sobre Comercio y Desarrollo que, en el capítulo titulado Desigualdad de ingresos y desarrollo, analiza 108 países y establece una relación inversa entre ambas variables, es decir, a más desarrollo menos desigualdad, confirmando que África y América Latina padecen las mayores diferencias de ingresos.

Pero si ya apenas se discute que el desarrollo capitalista conlleva una distribución más justa de los recursos individuales en el interior de los países, y menos aún se pone en duda que la libertad económica ha supuesto una espectacular mejora del nivel de vida de los trabajadores, lo que sí sigue teniendo una gran aceptación, y muchos lo asumen como un dogma de fe incuestionable, es que las desigualdades internacionales crecen porque la espectacular expansión económica de unos países supone el creciente subdesarrollo de otros. O sea, que unos se enriquecen porque otros se empobrecen. Esta falacia ha resurgido recientemente con más fuerza a propósito de la llamada globalización. Sus enemigos sostienen que este fenómeno favorece únicamente a los países capitalistas desarrollados y perjudica a los más pobres o, lo que es lo mismo, que aumenta la pobreza y consecuentemente la desigualdad. Parece como si los desvaríos izquierdistas tuvieran que reproducirse necesariamente en cadena: cuando la evidencia empírica acaba con uno, nace inmediatamente el siguiente.

Los que establecen una relación causa-efecto entre el aumento de la riqueza de unos países y la mayor pobreza de otros suelen arrastrar dos falacias anteriores, una teórica y otra histórica. La primera es considerar que la riqueza generada por la actividad económica es una cantidad fija, una tarta, que se reparte entre los agentes que en ella intervienen con resultado cero, es decir, que lo que unos ganan es igual a lo que otros pierden, o que unos se quedan con los trozos pequeños de la tarta porque otros han cogido los más grandes. El beneficio del empresario sería la suma de las plusvalías que extrae a sus obreros, la ganancia del comerciante procedería del precio abusivo que pagan los consumidores y, en definitiva, unos se enriquecerían porque otros se empobrecen. Muy al contrario, en todos los sistemas, y en el capitalismo más que en ningún otro, los factores de producción (capital y trabajo) y los rendimientos de ambos no son fijos ni estáticos, sino que se van creando y multiplicando gracias a la capacidad humana de descubrir permanentemente nuevos medios para generar riqueza. Por ello, la confluencia de dos o más agentes en cualquier operación (productiva, comercial, financiera o laboral) tiene normalmente resultados beneficiosos para todos los que en ella intervienen, y más riqueza se generará cuanta más competencia y libertad exista.

La segunda falacia es suponer que la división actual entre países ricos y pobres arranca o es heredera de la explotación colonialista que finalizó en los años sesenta o setenta, y que perdura bajo otras formas de explotación económica. Resulta sorprendente que, a pesar de los numerosos y concluyentes estudios que refutan el pretendido intercambio económico "desigual" de los países colonizados hacia sus metrópolis, se siga insistiendo en este error. Casi todos los estudios concluyen que la realidad ha sido precisamente la contraria: han sido los países imperialistas los perjudicados, mientras que las colonias se han visto económicamente favorecidas por su relación con las metrópolis.

Rondo Cameron asegura que las razones del imperialismo económico son variadas y complejas, pero califica de falacias las esgrimidas por los marxistas que siguen tan en boga y que se centran en que las potencias recurrieron al imperialismo para invertir su capital excedente, vender su exceso de producción y esquilmar las materias primas, lo que condujo a un empobrecimiento de las colonias y al enriquecimiento de las metrópolis. Los análisis empíricos demuestran lo contrario.

El atraso crónico de España se ha debido en gran parte a la intervención monopolista de la Corona que limitó el libre comercio de ultramar y nuestro país sólo es capaz de iniciar una relativa expansión industrial cuando se desprende de sus posesiones en el XIX. Y precisamente la colonia que más tiempo estuvo sometida, Cuba, llegó a tener una renta per capita muy superior a la de la metrópolis. Cuando en 1959 comienza la revolución, la renta per capita cubana era el doble que la española y hoy es de 1.540 dólares, menos de la décima parte que la nuestra.

Las consecuencias económicas para Portugal de su imperio han sido igualmente nefastas, y este país ha tenido su mayor expansión a partir de mediados de los setenta, cuando se independizan sus colonias. Holanda inicia un espectacular desarrollo comercial cuando es colonia española y se retrasa económicamente al convertirse en el siglo XVIII en potencia colonial. En Inglaterra comienza la revolución industrial cuando precisamente se desprende de su colonia más rica, los Estados Unidos. Pero los casos mejor estudiados son lógicamente los acaecidos en la segunda mitad del siglo XX y muy especialmente los de Alemania, Italia y Japón, los países perdedores de la II Guerra Mundial y los más devastados por tanto, que consiguen a pesar de ello una recuperación económica mucho más intensa que los vencedores, Francia y el Reino Unido, gracias precisamente a que pierden sus colonias. El atraso relativo de Francia en los años cincuenta se explica igualmente por el lastre que le supuso mantener las colonias de Indochina y Argelia.

Centrados ya en las fuertes desigualdades que existen entre una regiones y otras del planeta, es necesario desmontar otra falsa opinión. No es cierto, como se suele decir, que las regiones más pobres hayan empeorado sus condiciones absolutas, aunque sí su pobreza relativa con relación al desarrollo medio mundial. Sin embargo, es verdad que en periodos coyunturales la situación económica de algunas zonas puede llegar a empeorar, como ha sucedido durante la década pasada en el Africa subsahariana y en Latinoamérica. Según el informe del Banco Mundial, durante los años noventa, que fueron especialmente negativos para estas regiones, el porcentaje de habitantes que viven en condiciones de extrema pobreza se ha mantenido prácticamente invariable, mientras que su número ha crecido pero en menor proporción a como lo ha hecho la población. Donde sí se ha producido un terrorífico retroceso es en la Europa del Este, donde la población que vive en condiciones de extrema pobreza ha pasado de 1,1 millones en 1987 a 24 en 1998.

Ahora bien, si contemplamos periodos más largos, se puede apreciar una cierta mejora de las condiciones de vida, aunque insignificante en comparación a cómo se han desarrollado los países industrializados. En las zonas más empobrecidas de Africa la tasa de mortalidad infantil es en la actualidad de 150 por 1.000 nacimientos y la esperanza de vida se sitúa en 53 años, 25 menos que en las naciones opulentas pero el doble de la que existía en Europa hace 200 años. Este avance es real a lo largo de todo el siglo XX, pero posiblemente algo engañoso si contemplamos las últimas décadas, ya que la mejora se ha centrado sobre todo en la sanidad y, consecuentemente, en el aumento de la población, pero poco o nada en la renta disponible. De hecho, el informe del Banco Mundial asegura que en el Africa subsahariana el consumo por habitante ha caído un 1 por ciento anual durante las dos últimas décadas.

En América Latina la mejora económica durante el siglo XX es más clara a pesar de numerosos altibajos. Según un reciente estudio realizado por la revista Time, que tiene el valor de calcular la renta en paridad de poder adquisitivo, a principios de siglo la renta media de toda Latinoamérica era aproximadamente el 15 por ciento de la de Estados Unidos y hoy representa el 18 por ciento. El atraso es todavía brutal y la convergencia ha sido mínima, pero teniendo presente el espectacular desarrollo norteamericano durante todo el siglo, posiblemente el más intenso del planeta, la mejora es evidente.

A grandes trazos, la historia económica del planeta durante los dos últimos siglos es que el capitalismo, y la consecuente eliminación de la pobreza hasta entonces crónica de la humanidad, comienza su andadura en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra gracias a la Revolución Industrial, y se va extendiendo rápidamente a los países del Norte, tanto los europeos como los americanos, durante el siguiente siglo. Los países europeos del Sur se suben mucho más tarde al tren de la industrialización; unos, como Italia, en la posguerra, y otros, como España y Portugal, ya en los años sesenta y setenta. Irlanda es un caso atípico de un país septentrional que consigue una tardía, aunque espectacular, expansión. Y también recientemente varios países asiáticos están alcanzando rentas por habitante cercanas a las de los países desarrollados, como Taiwan, Singapur, Malasia y Corea del Sur. Este último país era hace 30 años más pobre que Marruecos y hoy tiene una renta diez veces superior a la de esta nación norteafricana, y un nivel similar a Portugal.

El resto de las regiones del mundo se mantienen, por el contrario, con economías agrarias y con niveles de vida cercanos a la mera subsistencia, es decir, sólo algo mejor de como vivían todos los habitantes de la Tierra hace 200 o 300 años. Como muy gráficamente lo ha expresado Gabriel Tortella, "lo que ha ocurrido en el mundo durante los dos últimos siglos es algo parecido a una carrera donde unos corren mucho y otros muy poco". Por ello, la ventaja del grupo de cabeza sobre el resto es cada vez mayor, lo que en términos económicos se traduce en una creciente desigualdad.

Paul Bairoch ha calculado la diferencia de rentas per capita a mediados del siglo XVIII y estima que la de Europa occidental era sólo un 30 por ciento superior a la de la China y la India, la misma desigualdad que existe ahora entre España y Bélgica. En un artículo publicado a principios del año pasado en el Financial Times, Martín Wolf asegura que, al comenzar el siglo XIX, la diferencia entre los países más ricos y más pobres del mundo era ya de tres a uno; en 1900, de diez a uno y, en la actualidad, la desigualdad de rentas llega a ser de 60 a uno. La renta per capita media de todo el planeta es ahora de unos 6.000 dólares medida en PPA, pero la abismal brecha aparece al comprobar que el país más rico disfruta de unos ingresos de 29.000 dólares por persona, mientras los habitantes del más pobre viven con 500. La desigualdad sería algo menor si la comparación se estableciera entre la región formada por los países más desarrollados y las zonas más empobrecidas, pero las diferencias de rentas serían también escandalosas y, lo que es más importante, crecientes.

La izquierda mesiánica asegura que la tremenda desigualdad económica entre regiones del planeta se debe a la explotación económica que los países ricos ejercen o han ejercido sobre los pobres. Pero esta supuesta teoría de la explotación cae con sólo aplicar el sentido común: los países más pobres no pueden ser explotados porque sencillamente se mantienen al margen de las relaciones económicas internacionales, y los que han establecido algún lazo, ya sea comercial o por entradas de capitales, se globalizan, en suma, mejoran. Es más, la situación de las antiguas colonias ha empeorado desde que dejaron de ser "explotadas" por las llamadas potencias imperialistas.

La explosión demográfica en el África subsahariana ha supuesto que su población pasará de representar el 7 por ciento de la mundial en 1960 a más del 10 por ciento en la actualidad, y, a pesar de ello, el PIB de esta región es ahora el 1 por ciento de la economía mundial, la mitad que en 1960; el comercio exterior sólo representa el 1 por ciento, cuatro veces menos que hace 30 años, y las inversiones extranjeras se han reducido a la mitad. El resultado de todo ello es que la divergencia de África con los países desarrollados ha crecido fuertemente desde 1960, mientras que la de América Latina se ha estabilizado. El rosario de guerras interminables que desde los años sesenta asolan el continente africano, iniciadas muchas de ellas a raíz de la intervención "salvadora" de los países socialistas, no es ajeno a este deterioro económico.

Ahora bien, si la supuesta explotación internacional no explica la desigualdad, sino que más bien ha producido, una vez más, el efecto contrario de lo que supone la izquierda, la pregunta es obligada: ¿por qué ha crecido tanto la desigualdad? La contestación resultará menos complicada si la pregunta se formula de otra manera: ¿por qué unos países han corrido tanto en la carrera del desarrollo y otros tan poco o prácticamente nada?

Los historiadores económicos coinciden en señalar los requisitos necesarios para que un país inicie y avance por la senda del bienestar. Pero no se ponen de acuerdo a la hora de establecer el orden de los factores que son más determinantes para salir de la pobreza crónica. Unos destacan que es necesario realizar previamente, como hicieron los países del Norte de Europa en el siglo XVIII, una revolución agrícola que combine la producción cerealista y forrajera; otros se fijan en los recursos naturales y, especialmente, los energéticos, y ponen como ejemplo la importancia del carbón para la Revolución Industrial inglesa; los hay que consideran determinante el marco institucional y la existencia de un Estado de Derecho; algunos ven la educación y el capital humano como factores claves y también la iniciativa empresarial, sobre todo a la hora de aplicar los avances tecnológicos a los procesos productivos, pero todos coinciden en que la demografía es una variable determinante.

En efecto, el espectacular crecimiento de la población en los países subdesarrollados hace difícil romper el círculo vicioso de la pobreza. Lo más grave es que ha quedado roto el equilibrio "natural" entre desarrollo económico y demográfico. En las sociedades agrarias precapitalistas, la población crecía poco porque la alta tasa de natalidad se contrarrestaba con la también alta mortalidad, infantil sobre todo, y con las epidemias y hambrunas que periódicamente aparecían. La mejora del nivel de vida que trajo consigo la industrialización capitalista hizo que la mortalidad bajara drásticamente y creció consecuentemente la población.

Sin embargo, la explosión demográfica europea del siglo XIX alcanzó como mucho el 1 por ciento de crecimiento anual, mientras que los PIB de las economías más dinámicas, como las del Reino Unido y Alemania, aumentaban entre el 2 y el 3 por ciento de media anual. Es decir, población y economía guardaban un equilibrio, o, dicho de otra manera, la riqueza crecía lo suficiente para mejorar la vida de casi todos los habitantes y para soportar un crecimiento sin precedentes de la población. Incluso las sociedades agrarias precapitalistas mantenían, aunque de forma brutal, un cierto equilibrio: apenas aumentaba la población porque la falta de alimentos y de asistencia sanitaria provocaba un gran número de muertos.

Nada de esto sucede en las sociedades agrarias que todavía perduran, es decir, en las regiones más empobrecidas. La población africana crece al 4 por ciento desde el año 1960, lo que ha multiplicado casi por tres el número de habitantes en estos 40 años (la población europea "sólo" se dobló en todo el siglo XIX), mientras que su economía está desde entonces prácticamente estancada. Aunque sea duro reconocerlo, la intervención humanitaria externa es la "culpable" de que población y economía ya no acoplen sus ritmos. La labor de los organismos internacionales y de las ONG’s ha resultado relativamente eficaz en la mejora de la sanidad (vacunaciones masivas para erradicar las enfermedades infecciosas y parasitarias, y ello a pesar del efecto devastador del SIDA) y, en consecuencia, la mortalidad ha bajado (la de África es ahora la mitad que la europea a principios del siglo XIX). Sin embargo, no es posible exportar el desarrollo económico.

A pesar de las dificultades, la historia económica de estos dos siglos demuestra que existe una clara y directa relación entre libertad económica, desarrollo y convergencia. Por ello, sólo la extensión de los principios de libertad de mercados a las regiones del mundo empobrecidas puede sacarlas de su situación, igual que sucedió anteriormente en las zonas ahora enriquecidas. La experiencia enseña también que es posible abandonar el pelotón de rezagados y unirse a los que van en cabeza, como recientemente han hecho algunos países del Sudeste asiático e Irlanda. La apertura comercial, la libertad de movimientos de capital, incluidas las inversiones directas (deslocalización de empresas), y los flujos migratorios de mano de obra, la globalización en una palabra, es el único camino posible y ya ensayado por los países que han conseguido salir de la pobreza.

Pero la historia del capitalismo demuestra también que, si se pretende trasladar los estándares laborales y sociales vigentes en los países industrializados a los menos desarrollados (trabas, por ejemplo, al dumping social o al trabajo infantil), se impide a éstos aprovechar sus ventajas comparativas en bajos salarios o en menores niveles de protección social. Las mejoras en estos campos deberán ser paulatinas y paralelas al desarrollo económico. En esta carrera no existen atajos y el país que intenta tomar uno vuelve al pelotón de cola. Para que la pobreza no permanezca más, se necesita, en pocas palabras, un capitalismo tan puro y duro como el que originó la riqueza

miércoles, 8 de junio de 2011

IPv6

IPv6

De Wikipedia, la enciclopedia libre
El Internet Protocol version 6 (IPv6) (en español: Protocolo de Internet versión 6) es una versión del protocolo Internet Protocol (IP), definida en el RFC 2460 y diseñada para reemplazar a Internet Protocol version 4 (IPv4) RFC 791, que actualmente está implementado en la gran mayoría de dispositivos que acceden a Internet.
Diseñado por Steve Deering de Xerox PARC y Craig Mudge, IPv6 está destinado a sustituir a IPv4, cuyo límite en el número de direcciones de red admisibles está empezando a restringir el crecimiento de Internet y su uso, especialmente en China, India, y otros países asiáticos densamente poblados. El nuevo estándar mejorará el servicio globalmente; por ejemplo, proporcionará a futuras celdas telefónicas y dispositivos móviles sus direcciones propias y permanentes.
A principios de 2010, quedaban menos del 10% de IPs sin asignar.[1] En la semana del 3 de febrero del 2011, la IANA (Agencia Internacional de Asignación de Números de Internet, por sus siglas en inglés) entregó el último bloque de direcciones disponibles (33 millones) a la organización encargada de asignar IPs en Asia, un mercado que está en auge y no tardará en consumirlas todas.
IPv4 posibilita 4.294.967.296 (232) direcciones de red diferentes, un número inadecuado para dar una dirección a cada persona del planeta, y mucho menos a cada vehículo, teléfono, PDA, etcétera. En cambio, IPv6 admite 340.282.366.920.938.463.463.374.607.431.768.211.456 (2128 o 340 sextillones de direcciones) —cerca de 6,7 × 1017 (670 mil billones) de direcciones por cada milímetro cuadrado de la superficie de La Tierra.
Otra vía para la popularización del protocolo es la adopción de este por parte de instituciones. El gobierno de los Estados Unidos ordenó el despliegue de IPv6 por todas sus agencias federales en el año 2008[2]

Contenido

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[editar] Motivación y orígenes de los IP

Durante la primera década de operación de la Internet basada en TCP/IP, a fines de los 80s, se hizo aparente que se necesitaba desarrollar métodos para conservar el espacio de direcciones. A principios de los 90s, incluso después de la introducción del rediseño de redes sin clase, se hizo claro que no sería suficiente para prevenir el agotamiento de las direcciones IPv4 y que se necesitaban cambios adicionales. A comienzos de 1992, circulaban varias propuestas de sistemas y a finales de 1992, la IETF anunció el llamado para white papers (RFC 1550) y la creación de los grupos de trabajo de "IP de próxima generación" ("IP Next Generation") o (IPng).
IPng fue propuesto por el Internet Engineering Task Force (IETF) el 25 de julio de 1994, con la formación de varios grupos de trabajo IPng. Hasta 1996, se publicaron varios RFCs definiendo IPv6, empezando con el RFC 2460.
La discusión técnica, el desarrollo e introducción de IPv6 no fue sin controversia. Incluso el diseño ha sido criticado por la falta de interoperabilidad con IPv4 y otros aspectos, por ejemplo por el científico de la computación D. J. Bernstein[cita requerida].
Incidentalmente, IPng (Ping Pong) no pudo usar la versión número 5 (IPv5) como sucesor de IPv4, ya que ésta había sido asignada a un protocolo experimental orientado al flujo de streaming que intentaba soportar voz, video y audio.
Se espera ampliamente que IPv6 sea soportado en conjunto con IPv4 en el futuro cercano. Los nodos solo-IPv4 no son capaces de comunicarse directamente con los nodos IPv6, y necesitarán ayuda de un intermediario; vea Mecanismos de Transición más adelante.

[editar] Cambios y nuevas características

En muchos aspectos, IPv6 es una extensión conservadora de IPv4. La mayoría de los protocolos de transporte -y aplicación- necesitan pocos o ningún cambio para operar sobre IPv6; las excepciones son los protocolos de aplicación que integran direcciones de capa de red, como FTP o NTPv3.
IPv6 especifica un nuevo formato de paquete, diseñado para minimizar el procesamiento del encabezado de paquetes. Debido a que las cabeceras de los paquetes IPv4 e IPv6 son significativamente distintas, los dos protocolos no son interoperables.

Algunos de los cambios de IPv4 a IPv6 más relevantes son:

[editar] Capacidad extendida de direccionamiento

Una ilustración de una dirección IP (versión 6), en hexadecimal y binario.
El interés de los diseñadores era que direcciones más largas permiten una entrega jerárquica, sistemática y en definitiva mejor de las direcciones y una eficiente agregación de rutas. Con IPv4, se desplegaron complejas técnicas de Classless Interdomain Routing (CIDR) para utilizar de mejor manera el pequeño espacio de direcciones. El esfuerzo requerido para reasignar la numeración de una red existente con prefijos de rutas distintos es muy grande, como se discute en RFC 2071 y RFC 2072. Sin embargo, con IPv6, cambiando el prefijo anunciado por unos pocos routers es posible en principio reasignar la numeración de toda la red, ya que los identificadores de nodos (los 64 bits menos significativos de la dirección) pueden ser auto-configurados independientemente por un nodo.
El tamaño de una subred en IPv6 es de 264 (máscara de subred de 64-bit), el cuadrado del tamaño de la Internet IPv4 entera. Así, las tasas de utilización del espacio de direcciones será probablemente menor en IPv6, pero la administración de las redes y el ruteo serán más eficientes debido a las decisiones de diseño inherentes al mayor tamaño de las subredes y la agregación jerárquica de rutas.

[editar] Autoconfiguración de direcciones libres de estado

Los nodos IPv6 pueden configurarse a sí mismos automáticamente cuando son conectados a una red ruteada en IPv6 usando los mensajes de descubrimiento de routers de ICMPv6. La primera vez que son conectados a una red, el nodo envía una solicitud de router de link-local usando multicast (router solicitación) pidiendo los parámetros de configuración; y si los routers están configurados para esto, responderán este requerimiento con un "anuncio de router" (router advertisement) que contiene los parámetros de configuración de capa de red.
Si la autoconfiguración de direcciones libres de estado no es adecuada para una aplicación, es posible utilizar Dynamic Host Configuration Protocol para IPv6 (DHCPv6) o bien los nodos pueden ser configurados en forma estática.
Los routers presentan un caso especial de requerimientos para la configuración de direcciones, ya que muchas veces son la fuente para información de autoconfiguración, como anuncios de prefijos de red y anuncios de router. La configuración sin estado para routers se logra con un protocolo especial de renumeración de routers.

[editar] Multicast

Artículo principal: Multicast
Multicast, la habilidad de enviar un paquete único a destinos múltiples es parte de la especificación base de IPv6. Esto es diferente a IPv4, donde es opcional (aunque usualmente implementado).
IPv6 no implementa broadcast, que es la habilidad de enviar un paquete a todos los nodos del enlace conectado. El mismo efecto puede lograrse enviando un paquete al grupo de multicast de enlace-local todos los nodos (all hosts). Por lo tanto, no existe el concepto de una dirección de broadcast y así la dirección más alta de la red (la dirección de broadcast en una red IPv4) es considerada una dirección normal en IPv6.
Muchos ambientes no tienen, sin embargo, configuradas sus redes para rutear paquetes multicast, por lo que en éstas será posible hacer "multicasting" en la red local, pero no necesariamente en forma global.
El multicast IPv6 comparte protocolos y características comunes con IPv4, pero también incorpora cambios y mejoras. Incluso cuando se le asigne a una organización el más pequeño de los prefijos de ruteo global IPv6, ésta también recibe la posibilidad de usar uno de los 4.2 billones de grupos multicast IPv6 ruteables de fuente específica para asignarlos para aplicaciones multicast intra-dominio o entre-dominios (RFC 3306). En IPv4 era muy difícil para una organización conseguir incluso un único grupo multicast ruteable entre-dominios y la implementación de las soluciones entre-dominios eran anticuadas (RFC 2908). IPv6 también soporta nuevas soluciones multicast, incluyendo Embedded Rendezvous Point (RFC 3956), el que simplifica el despliegue de soluciones entre dominios.

[editar] Seguridad de Nivel de Red obligatoria

Internet Protocol Security (IPsec), el protocolo para cifrado y autenticación IP forma parte integral del protocolo base en IPv6. El soporte IPsec es obligatorio en IPv6; a diferencia de IPv4, donde es opcional (pero usualmente implementado). Sin embargo, actualmente no se está usando normalmente IPsec excepto para asegurar el tráfico entre routers de BGP IPv6.

[editar] Procesamiento simplificado en los routers

Se hicieron varias simplificaciones en la cabecera de los paquetes, así como en el proceso de reenvío de paquetes para hacer el procesamiento de los paquetes más simple y por ello más eficiente. En concreto,
  • El encabezado del paquete en IPv6 es más simple que el utilizado en IPv4, así los campos que son raramente utilizados han sido movidos a opciones separadas; en efecto, aunque las direcciones en IPv6 son 4 veces más largas, el encabezado IPv6 (sin opciones) es solamente el doble de largo que el encabezado IPv4 (sin opciones).
  • Los routers IPv6 no hacen fragmentación. Los nodos IPv6 requieren ya sea hacer descubrimiento de MTU, realizar fragmentación extremo a extremo o enviar paquetes menores al MTU mínimo de IPv6 de 1280 bytes.
  • El encabezado IPv6 no está protegido por una suma de comprobación (checksum); la protección de integridad se asume asegurada tanto por el checksum de capa de enlace y por un checksum de nivel superior (TCP, UDP, etc.). En efecto, los routers IPv6 no necesitan recalcular la suma de comprobación cada vez que algún campo del encabezado (como el contador de saltos o Tiempo de Vida) cambian. Esta mejora puede ser menos necesaria en routers que utilizan hardware dedicado para computar este cálculo y así pueden hacerlo a velocidad de línea (wirespeed), pero es relevante para routers por software.
  • El campo Tiempo de Vida de IPv4 se llama ahora Límite de Saltos (Hop Limit), reflejando el hecho de que ya no se espera que los routers computen el tiempo que específica para asignarlos para aplicaciones multicast intra-dominio o entre-dominios (RFC 3306). En IPv4 era muy difícil para una organización co el paquete ha pasado en la cola.

[editar] Movilidad

A diferencia de IPv4 móvil, IPv6 móvil (MIPv6) evita el ruteo triangular y por lo tanto es tan eficiente como el IPv6 normal. Los routers IPv6 pueden soportar también Movilidad de Red (NEMO, por Network Mobility) (RFC 3963), que permite que redes enteras se muevan a nuevos puntos de conexión de routers sin reasignación de numeración. Sin embargo, ni MIPv6 ni MIPv4 o NEMO son ampliamente difundidos hoy, por lo que esta ventaja es más bien teórica.

[editar] Soporte mejorado para las extensiones y opciones

Los cambios en la manera en que se codifican las opciones de la cabecera IP permiten límites menos rigurosos en la longitud de opciones, y mayor flexibilidad para introducir nuevas opciones en el futuro.

[editar] Jumbogramas

IPv4 limita los paquetes a 64 KiB de carga útil. IPv6 tiene soporte opcional para que los paquetes puedan superar este límite, los llamados jumbogramas, que pueden ser de hasta 4 GiB. El uso de jumbogramas puede mejorar mucho la eficiencia en redes de altos MTU. El uso de jumbogramas está indicado en el encabezado opcional Jumbo Payload Option.

[editar] Direccionamiento IPv6

Artículo principal: Dirección IPv6
El cambio más grande de IPv4 a IPv6 es la longitud de las direcciones de red. Las direcciones IPv6, definidas en el RFC 2373 y RFC 2374 pero fue redefinida en Abril de 2003 en la RFC 3513 , son de 128 bits; esto corresponde a 32 dígitos hexadecimales, que se utilizan normalmente para escribir las direcciones IPv6, como se describe en la siguiente sección.
El número de direcciones IPv6 posibles es de 2128 ≈ 3.4 x 1038. Este número puede también representarse como 1632, con 32 dígitos hexadecimales, cada uno de los cuales puede tomar 16 valores (véase combinatoria).
En muchas ocasiones las direcciones IPv6 están compuestas por dos partes lógicas: un prefijo de 64 bits y otra parte de 64 bits que corresponde al identificador de interfaz, que casi siempre se genera automáticamente a partir de la dirección MAC de la interfaz a la que está asignada la dirección.

[editar] Notación para las direcciones IPv6

Las direcciones IPv6, de 128 bits de longitud, se escriben como ocho grupos de cuatro dígitos hexadecimales. Por ejemplo,
2001:0db8:85a3:08d3:1319:8a2e:0370:7334
es una dirección IPv6 válida.
Se puede comprimir un grupo de cuatro dígitos si éste es nulo (es decir, toma el valor "0000"). Por ejemplo,
2001:0db8:85a3:0000:1319:8a2e:0370:7344
               ----
  2001:0db8:85a3::1319:8a2e:0370:7344
Siguiendo esta regla, si más de dos grupos consecutivos son nulos, también pueden comprimirse como "::". Si la dirección tiene más de una serie de grupos nulos consecutivos la compresión sólo se permite en uno de ellos. Así, las siguientes son representaciones posibles de una misma dirección:
2001:0DB8:0000:0000:0000:0000:1428:57ab
2001:0DB8:0000:0000:0000::1428:57ab
2001:0DB8:0:0:0:0:1428:57ab
2001:0DB8:0::0:1428:57ab
2001:0DB8::1428:57ab
son todas válidas y significan lo mismo, pero
2001::25de::cade
    --    --
no es válida porque no queda claro cuántos grupos nulos hay en cada lado.
Los ceros iniciales en un grupo también se pueden omitir:
2001:0DB8:02de::0e13
2001:DB8:2de::e13
Si la dirección es una dirección IPv4 empotrada, los últimos 32 bits pueden escribirse en base decimal, así:
::ffff:192.168.89.9
::ffff:c0a8:5909
No se debe confundir con:
::192.168.89.9
::c0a8:5909
El formato ::ffff:1.2.3.4 se denomina dirección IPv4 mapeada, y el formato ::1.2.3.4 dirección IPv4 compatible.
Las direcciones IPv4 pueden ser transformadas fácilmente al formato IPv6. Por ejemplo, si la dirección decimal IPv4 es 135.75.43.52 (en hexadecimal, 0x874B2B34), puede ser convertida a 0000:0000:0000:0000:0000:0000:874B:2B34 o ::874B:2B34. Entonces, uno puede usar la notación mixta dirección IPv4 compatible, en cuyo caso la dirección debería ser ::135.75.43.52. Este tipo de dirección IPv4 compatible casi no está siendo utilizada en la práctica, aunque los estándares no la han declarado obsoleta.

[editar] Identificación de los tipos de direcciones

Los tipos de direcciones IPv6 pueden identificarse tomando en cuenta los primeros bits de cada dirección.
::
La dirección con todo ceros se utiliza para indicar la ausencia de dirección, y no se asigna ningún nodo.
::1
La dirección de loopback es una dirección que puede usar un nodo para enviarse paquetes a sí mismo (corresponde con 127.0.0.1 de IPv4). No puede asignarse a ninguna interfaz física.
::1.2.3.4
La dirección IPv4 compatible se usa como un mecanismo de transición en las redes duales IPv4/IPv6. Es un mecanismo que no se usa.
::ffff:0:0
La dirección IPv4 mapeada se usa como mecanismo de transición en terminales duales.
fe80::
El prefijo de enlace local (en inglés link local) específica que la dirección sólo es válida en el enlace físico local.
fec0::
El prefijo de emplazamiento local (en inglés site-local prefix) específica que la dirección sólo es válida dentro de una organización local. La RFC 3879 lo declaró obsoleto, estableciendo que los sistemas futuros no deben implementar ningún soporte para este tipo de dirección especial. Se deben sustituir por direcciones Local IPv6 Unicast.
ff00::
El prefijo de multicast. Se usa para las direcciones multicast.
Hay que resaltar que no existen las direcciones de difusión (en inglés broadcast) en IPv6, aunque la funcionalidad que prestan puede emularse utilizando la dirección multicast FF01::1, denominada todos los nodos (en inglés all nodes)

[editar] Paquete IPv6

Un paquete en IPv6 está compuesto principalmente de dos partes: la cabecera (que tiene una parte fija y otra con las opciones) y la carga útil (los datos).

[editar] Cabecera Fija

Los primeros 40 bytes (320 bits) son la cabecera del paquete y contiene los siguientes campos:
Offset del Octeto0123
Bit Offset012345678910111213141516171819202122232425262728293031
00VersiónClase de TráficoEtiqueta de Flujo
432Longitud del campo de datosCabecera SiguienteLímite de Saltos
864Dirección de Origen
C96
10128
14160
18192Dirección de Destino
1C224
20256
24288
  • direcciones de origen (128 bits)
  • direcciones de destino (128 bits)
  • versión del protocolo IP (4 bits)
  • clase de tráfico (8 bits, Prioridad del Paquete)
  • Etiqueta de flujo (20 bits, manejo de la Calidad de Servicio),
  • Longitud del campo de datos (16 bits)
  • Cabecera siguiente (8 bits)
  • Límite de saltos (8 bits, Tiempo de Vida).
Hay dos versiones de IPv6 levemente diferentes. La ahora obsoleta versión inicial, descrita en el RFC 1883, difiere de la actual versión propuesta de estándar, descrita en el RFC 2460, en dos campos: hay 4 bits que han sido reasignados desde "etiqueta de flujo" (flow label) a "clase de tráfico" (traffic class). El resto de diferencias son menores.
En IPv6 la fragmentación se realiza sólo en el nodo origen del paquete, al contrario que en IPv4 en donde los routers pueden fragmentar un paquete. En IPv6, las opciones también desaparecen de la cabecera estándar y son especificadas por el campo "Cabecera Siguiente" (Next Header), similar en funcionalidad en IPv4 al campo Protocolo. Un ejemplo: en IPv4 uno añadiría la opción "ruta fijada desde origen" (Strict Source and Record Routing) a la cabecera IPv4 si quiere forzar una cierta ruta para el paquete, pero en IPv6 uno modificaría el campo "Cabecera Siguiente" indicando que viene una cabecera de encaminamiento. La cabecera de encaminamiento podrá entonces especificar la información adicional de encaminamiento para el paquete, e indicar que, por ejemplo, la cabecera TCP será la siguiente. Este procedimiento es análogo al de AH y ESP en IPsec para IPv4 (que aplica a IPv6 de igual modo, por supuesto).

[editar] Cabeceras de extensión

El uso de un formato flexible de cabeceras de extensión opcionales es una idea innovadora que permite ir añadiendo funcionalidades de forma paulatina. Este diseño aporta gran eficacia y flexibilidad ya que se pueden definir en cualquier momento a medida que se vayan necesitando entre la cabecera fija y la carga útil.
Hasta el momento, existen 8 tipos de cabeceras de extensión, donde la cabecera fija y las de extensión opcionales incluyen el campo de cabecera siguiente que identifica el tipo de cabeceras de extensión que viene a continuación o el identificador del protocolo de nivel superior. Luego las cabeceras de extensión se van encadenando utilizando el campo de cabecera siguiente que aparece tanto en la cabecera fija como en cada una de las citadas cabeceras de extensión. Como resultado de la secuencia anterior, dichas cabeceras de extensión se tienen que procesar en el mismo orden en el que aparecen en el datagrama. La Cabecera principal, tiene a diferencia de la cabecera de la versión IPv4 un tamaño fijo de 40 octetos.specífica para asignarlos para aplicaciones multicast intra-dominio o entre-dominios (RFC 3306). En IPv4 era muy difícil para una organización co
Todas o parte de estas cabeceras de extensión tienen que ubicarse en el datagrama en el orden especificado:
Cabecera de ExtensiónTipoTamañoDescripciónRFC
Opciones salto a salto (Hop-By-Hop Options)0variableContiene datos que deben ser examinados por cada nodo a través de la ruta de envío de un paquete.RFC 2460
Ruteo (Routing)43variableMétodos para especificar la forma de rutear un datagrama. (Usado con IPv6 móvil)RFC 2460, RFC 3775, RFC 5095
Cabecera de fragmentación (Fragment)4464 bitsContiene parámetros para la fragmentación de los datagramas.RFC 2460
Cabecera de autenticación (Authentication Header (AH))51variableContiene información para verificar la autenticación de la mayor parte de los datos del paquete (Ver IPsec)RFC 4302
Encapsulado de seguridad de la carga útil (Encapsulating Security Payload (ESP))50variableLleva la información cifrada para comunicación segura (Ver IPsec).RFC 4303
Opciones para el destino (Destination Options)60variableInformación que necesita ser examinada solamente por los nodos de destino del paquete.RFC 2460
No Next Header59vacíoIndica que no hay más cabecerasRFC 2460
Cada cabecera de extensión debe aparecer como mucho una sola vez, salvo la cabecera de opción destino, que puede aparecer como mucho dos veces, una antes de la cabecera ruteo y otra antes de la cabecera de la capa superior.

[editar] Carga Útil

La carga útil del paquete puede tener un tamaño de hasta 64 KB en modo estándar, o mayor con una opción de carga jumbo (jumbo payload) en el encabezado opcional Hop-By-Hop.
La fragmentación es manejada solamente en el host que envía la información en IPv6: los routers nunca fragmentan un paquete y los hosts se espera que utilicen el Path MTU discovery.

[editar] IPv6 y el Sistema de Nombres de Dominio

Las direcciones IPv6 se representan en el Sistema de Nombres de Dominio (DNS) mediante registros AAAA (también llamados registros de quad-A, por tener una longitud cuatro veces la de los registros A para IPv4)
El concepto de AAAA fue una de las dos propuestas al tiempo que se estaba diseñando la arquitectura IPv6. La otra propuesta utilizaba registros A6 y otras innovaciones como las etiquetas de cadena de bits (bit-string labels) y los registros DNAME.
Mientras que la idea de AAAA es una simple generalización del DNS IPv4, la idea de A6 fue una revisión y puesta a punto del DNS para ser más genérico, y de ahí su complejidad.
La RFC 3363 recomienda utilizar registros AAAA hasta tanto se pruebe y estudie exhaustivamente el uso de registros A6. La RFC 3364 realiza una comparación de las ventajas y desventajas de cada tipo de registro.

[editar] Mecanismos de transición a IPv6

Artículo principal: Mecanismos de transición IPv6
Ante el agotamiento de las direcciones IPv4, el cambio a IPv6 ya ha comenzado. Se espera que convivan ambos protocolos durante 20 años y que la implantación de IPv6 sea paulatina. Existe una serie de mecanismos que permitirán la convivencia y la migración progresiva tanto de las redes como de los equipos de usuario. En general, los mecanismos de transición pueden clasificarse en tres grupos:
  • Doble pila
  • Túneles
  • Traducción
La doble pila hace referencia a una solución de nivel IP con doble pila (RFC 4213), que implementa las pilas de ambos protocolos, IPv4 e IPv6, en cada nodo de la red. Cada nodo con doble pila en la red tendrá dos direcciones de red, una IPv4 y otra IPv6.
  • A favor: Fácil de desplegar y extensamente soportado.
  • En contra: La topología de red requiere dos tablas de encaminamiento y dos procesos de encaminamiento. Cada nodo en la red necesita tener actualizadas las dos pilas.
Los túneles permiten conectarse a redes IPv6 "saltando" sobre redes IPv4. Estos túneles trabajan encapsulando los paquetes IPv6 en paquetes IPv4 teniendo como siguiente capa IP el protocolo número 41, y de ahí el nombre proto-41. De esta manera, se pueden enviar paquetes IPv6 sobre una infraestructura IPv4. Hay muchas tecnologías de túneles disponibles. La principal diferencia está en el método que usan los nodos encapsuladores para determinar la dirección a la salida del túnel.
La traducción es necesaria cuando un nodo que sólo soporta IPv4 intenta comunicar con un nodo que sólo soporta IPv6. Los mecanismos de traducción se pueden dividir en dos grupos basados en si la información de estado está guardada o no: