Steve Jobs y las nuevas oportunidades para el periodismo

El fundador de Apple creó un nuevo soporte que permite diversificar la manera de ofrecer información a los lectores

LLUÍS CUCARELLA VALENCIA
Hay ocasiones en las que un invento muere casi al instante de ser alumbrado porque se ha adelantado tanto a su tiempo que la sociedad que debía acogerlo aún no lo necesitaba. Por el contrario, hay ocasiones en que un invento supone tal revolución, que aunque su necesidad fuera sólo aún un pequeño balbuceo, aporta tantas ventajas que se adopta inmediatamente y es el propio invento el que impulsa a continuación el cambio social. Y hay inventos que, sin ser revolucionarios, recogen tan acertadamente las necesidades que ya están manifestándose en la sociedad, que triunfan inmediatamente.

En una franja intermedia entre estos dos últimos supuestos habría que situar a Steve Jobs, el genio de la era digital, que supo hasta el final de sus días conectar emocionalmente con una sociedad que estaba cambiando a ritmo vertiginoso y reclamaba atención, y abrir por tanto vías de comunicación a canales tradicionales que no habían encontrado aún la forma de conectar con las nuevas audiencias, algo en lo que Jobs, además, fue especialmente activo. No fueron inventos deslumbrantes por lo absolutamente novedoso de la propuesta, pero Jobs llegó donde los demás no habían conseguido llegar: al corazón mismo de los consumidores, que veían que tenían en sus manos un producto con el que se reconocían. Y el iPhone y el iPad ejemplifican esa muestra de talento de Jobs.

Esa conexión con una generación que manifiesta hábitos de consumo diferentes lleva aparejadas unas implicaciones que sobrepasan al propio dispositivo en sí, porque abre nuevos canales de comunicación para oficios e industrias que veían cómo la sociedad iba adquiriendo unos nuevos hábitos de vida, y a los que aún no vislumbraban cómo llegar, porque su propio soporte les condicionaba y les alejaba de esas nuevas corrientes. Y el periodismo era uno de esos oficios que debía empezar a dirigirse a las nuevas generaciones a través de los nuevos canales, (sin tener por ello que renunciar, descuidar o abandonar los tradicionales, que siguen llegando a millones de personas) readaptando también su mensaje al nuevo medio, y para el cual la llegada de los ipads no debería haber sido más que una gran oportunidad. Pero con Jobs y los ipads, surgieron también quienes vaticinaban que aquello era el fin del periodismo, que en esos nuevos soportes era imposible ofrecer el nivel de profundidad y análisis que se ofrece en otros, y que el soporte iba a determinar tanto al producto que el periodismo desembocaría finalmente en una sucesión de informaciones triviales y superficiales. Si bien el lector de este tipo de dispositivos se conecta numerosas veces a lo largo del día, el enorme éxito que están teniendo aplicaciones en tabletas que sirven únicamente para guardar artículos y leerlos posteriormente indica que sí hay espacio para el periodismo profundo, sólo que el lector en sus conexiones breves, va seleccionando aquello que le interesa, para leerlo reposa.

No caminamos, por tanto, ni hacia un periodismo descafeinado ni reemplazable; todo lo contrario, en un mundo de sobreinformación como es el digital, cada vez es más necesario alguien que no sólo ordene y jerarquice, sino que siga ofreciendo información fiable y contrastada, que les sea válida a los demás para organizar su vida e interpretar la sociedad. Seguirá habiendo en esos nuevos soportes a los que Jobs ha contribuido un lugar destacado no sólo para el buen periodismo, sino también para los periódicos como marca, como valedores de esos principios, seguirá habiendo un lugar al que acudan los lectores, porque será un lugar en el que confiar.

El futuro que Jobs adelantó obligará a redefinir modelos, sin duda, pero esos modelos futuros no serán tan limitados como a veces se presentan: no habrá un modelo, habrá muchos, reflejo de una sociedad heterogénea. Habrá gente dispuesta a pagar por una información más elaborada, y otros que tendrán suficiente con lo que pueden obtener en periódicos gratuitos, que se sostendrán por la publicidad en abierto, o en las versiones gratuitas de periódicos que también tendrán una versión de pago distinta. En lo que atañe al periodismo, Jobs supo definir una vía que para el periodismo es una gran oportunidad. Las tabletas no supondrán ni que se haga mejor ni peor periodismo, pero permitirán conectar con unas nuevas generaciones, cuyos hábitos de vida y necesidades informativas difieren de las que otras generaciones han manifestado hasta ahora.

Sea como sea, lo cierto es que no se puede dudar de que el recientemente fallecido cofundador de Apple abrió una vía para que el periodismo vaya descubriendo a las nuevas generaciones digitales, y las nuevas generaciones digitales vayan descubriendo, por su parte, al periodismo. Ambos se necesitan.